El aceite de Argán, también conocido como oro del desierto, es un producto cosmético que se obtiene de los frutos del árbol de Argán (Argania spinosa) expuestos al sol. Una vez secos, se extrae la semilla de la almendra manualmente y pasa a prensarse en frío. Esto constituye un proceso mecánico ausente de productos químicos. Debido a que la extracción es en frío, sin torrefactar las semillas, este aceite es dorado claro y su olor apenas es apreciable.
En cuanto a sus propiedades, el aceite de Argán está constituido por un alto porcentaje de ácidos grasos esenciales (80 por ciento) y tocoferoles (Vitamina E). los tocoferoles son antioxidantes.
Su elevada cantidad en este aceite facilita su conservación natural”Se puede emplear como aceite puro o formando parte de la composición de productos dermofarmacéuticos, como la crema, la emulsión, el sérum, el gel de baño, el champú o el exfoliante. Es recomendable para hidratar el cabello, aportándole brillo y suavidad y para las uñas, gracias al principio activo lupeol presente en su composición. Asimismo, es ideal como hidratante corporal, favoreciendo la restauración del manto hidrolipídico de la piel y al no engrasarla. Es apto para pieles grasas con tendencia acnéica. No engrasa y penetra fácilmente en la piel. Es cicatrizante, por lo que es recomendable para ayudar a la cicatrización de quemaduras y heridas, así como para la prevención y disminución de estrías. El aceite de Argán es ideal para eliminar y prevenir los signos del envejecimiento cutáneo. Es decir, actúa como producto anti edad, disminuyendo y previniendo la aparición de arrugas y aportando luminosidad, flexibilidad y suavidad al rostro. Es muy adecuado para calmar irritaciones cutáneas. Es antiséptico y anti fúngico.
María Marta Suárez / Espacio Santosha
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